viernes, 22 de enero de 2016

YOGA A QUÉ SABE LA LUNA

Como hemos comenzado a ver el Universo, y nos gusta tanto este cuento he pensado en hacer la sesión de yoga de hoy relativa a este cuento ¿A qué sabe la Luna? de Michael Grejniec.

1. Encuentro

En primer lugar nos quitamos las zapatillas y nos sentamos en un círculo. Y realizamos una rueda de autodiagnóstico: cerramos los ojos y respiramos profundamente. Hacemos una breve mirada hacia el interior y el que quiere comparte con los demás cómo se encuentra en ese momento.

2. Preparación respiratoria

Realizamos ejercicios de respiración con la intención de tomar conciencia de los tres niveles respiratorios (abdominal, costal y clavicular), así como de sus cuatro fases que simbolizamos con un cuadrado imaginario, en el cual cada lado simboliza una fase: expulsión, retención a vacío, inspiración y retención a lleno. 


3. Preparación corporal

Se movilizan los músculos y articulaciones del cuerpo para poder activarnos y de este modo comenzar la práctica con una buena preparación.


4. Karanas y asanas

En esta sesión, las karanas y asanas que vamos a realizar van a estar relocionadas con los animales de ¿A qué sabe la Luna?
Comenzamos haciendo el saludo a la luna.
Posteriormente empezamos con el primer personaje: la tortuga (postura del bebé).

Como vio que no llegaba a la Luna, pidió al elefante que se subiese a su espalda. Para ello hacemos un grupo de 4, se situan dos parejas enfrentadas y por parejas se cogen por los hombros y dan la mano a la pareja de enfrente. Doblamos el tronco, poniendo las cabezas en el centro. 

Después, intentamos andar como un elefante lo que se traduce en buena comunicación y coordinación con los compañeros. Les encantan las posturas en las que tienen que colaborar con sus amigos.
Como vieron que no alcanzaban a coger la Luna, llamaron a la jirafa y le pidieron que se subiese a su espalda.
Para ello, nos ponemos de puntillas con los brazos estirados e intentamos coger el dibujo de la Luna que les voy poniendo sobre sus brazos.
Como vieron que no alcanzaban a coger la Luna, llamaron a la zebra, y al zorro. Imitamos a una zebra comiendo hierba y a un zorro mirando a la Luna (postura del gato).
Como seguían sin llegar a coger la Luna llamaron al león que se puso entre la zebra y el zorro. 
Cada vez sentían que estaban más cerca de la Luna, pero ella se alejaba un poquito y no podían alcanzarla entonces llamaron al mono y al ratón. Para lo cual hacemos una secuencia entre estar de pie con pies juntos y brazos imitando a un mono y bajar a la postura de malasana poniendo las manos como si el ratón estuviese comiendo su trocito de Luna.

 5. Relajación

Realizamos una breve relajación:
Nos tumbamos en el suelo en postura de relajación y nos imaginamos a qué nos sabe la Luna porque cada uno de nosotros es ese ratoncito del cuento que finalmente consiguió alcanzarla. Tratamos de imaginarnos como mezclamos los ingredientes, como lo cogemos con el tenedor y como saboreamos nuestro plato favorito.
A mí la Luna me ha sabido a arroz a la cubana (igual que a muchos de mis alumnos) a otros les ha sabido a macarrones con tomate, a sopa, a albóndigas, a pasta a la carbonara, a pizza, a jamón de york con queso brie...

6. Concentración

Tratamos de tomar conciencia de la sesión, cómo nos encontramos, si hemos aprendido algo, etc
Para ello estamos unos minutos en silencio disfrutando del momento presente y utilizando distintas técnicas como rotación de conciencia (repaso de las partes del cuerpo invitándolas a la calma), o visualizaciones creativas u otras técnicas de meditación.
Para concluir hacemos un círculo de nuevo y nos preguntamos cómo estamos ahora después de la sesión de yoga. ¿Ha cambiado algo en nuestro interior?

Y terminamos con un abrazo y dándonos las gracias.

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